 |
| San Pedro-Azul-Bahía Blanca-Las Grutas-Puerto Madryn-Comodoro Rivadavia-Tres Cerros |
Salgo de San Pedro con el ánimo recargado. Tomo la ruta 191, con destino inicialmente a Olavarría. Pocos kilómetros mas adelante, justo al frente de una población llamada Doyle, al pasar sobre unas lineas de tren, la moto salta y escucho un ruido fuerte. Inmediatamente me doy cuenta que se cayó el bidón de combustible quedando enganchado de la moto por la cuerda elástica que lo sostenía. La fricción durante algunos metros, hizo que el bidón se rompiera. Afortunadamente había espacio suficiente en el tanque para lograr rescatar la mayor parte de la nafta.
A la altura de Arrecifes, tomo la ruta 51 que me lleva directo al sur. Finalmente, decido quedarme en Azul, provincia de Buenos Aires. Al principio, pienso que es un pueblo pequeño, pero me sorprendo cuando veo que no lo es tanto. Tiene mucha actividad, edificios y comercio. Paro en la plaza y pregunto en un hotel. Resulta ser muy costoso para mi presupuesto. Algunas personas me recomiendan el Hotel Blue y me indican cómo llegar. Es cómodo, económico y hay espacio para la moto. Salgo a buscar un sitio para comer. Casi no encuentro uno. Después de hacer el pedido, recuerdo que dejé la plata en el hotel. Antes de que me sirvan, le comento a la chica que me atiende y le pregunto sobre qué me queda mas cerca, si un cajero electrónico o el hotel. Me dice que ambas opciones están equidistantes. Son cuatro calles, así que decido volver al hotel. Aquí las calles son interminables. Creo que cada manzana debe ser de una hectárea, mucho mas grande que las cuadras de 80 x 80 metros a las que estoy acostumbrado. Así las cosas, de ida y regreso y sumando el ancho de las calles, terminé caminando al rededor de un kilómetro. Pero valió la pena, porque la comida estaba muy buena en sabor y generosa en cantidad.
Al día siguiente, estoy armando el equipaje frente al hotel y coincido con una pareja que se alojó en en el mismo lugar, y que están viajando en una Yamaha FZ hacía Buenos Aires. Converso un poco con Melisa y Alejandro y luego me despido para continuar hacia mi próximo destino: Bahía Blanca.
 |
| Cristian y Marianella-Diente de León Sur América |
Continuo por la ruta 51 y a la altura de un pueblo llamado Coronel Pringles, ya andando con la reserva de combustible, necesito parar a cargar nafta. Cuál es mi sorpresa cuando llego a una estación servicio que resulta estar abandonada. Alguien me dice que no hay combustible, pero me tranquiliza diciendo que a unos ocho kilómetros puedo encontrar lo que necesito. Hace hambre, y justo al frente veo un letrero: "RESTAURANT Y PARRILLA DON DANIEL". Tiene buena pinta. Decido almorzar allí una generosa porción de carne, antecedida por unas finas tajadas de varios productos embutidos que se conocen como "fiambre", acompañado por papas fritas a la francesa, pan y de sobremesa, coca cola. Ya con el estómago lleno, vuelvo a tomar la carretera con el fin de llenárselo a la moto un poco mas adelante. Cuando estoy entrando a la estación de servicio YPF La Tacuarita, ocurre una de las mas bonitas coincidencias de este viaje: me encuentro con Cristian y Marianella, una pareja de caleños, que para ese entonces llevaban diez meses viajando. Su proyecto lo denominaron "Diente de León Sur América", y aunque no los conocía personalmente, tenía referencia de su viaje a través de internet. Los saludé con entusiasmo y conversamos largo rato. Unos cuarenta minutos. Me preguntan si tengo contactos de otros moteros en el sur de Argentina. Les respondo que no. Hasta ese momento venía parando solo en hospedajes que se acomodaran a mi presupuesto y los únicos contactos que había hecho eran solo en Popayán, Colombia y en San Pedro, Argentina. Me recomiendan unirme a un grupo de ayuda a moteros que se llama RAGMI (Red de Auxilios de Grupos Moteros Internacional) y me dan un contacto de un amigo argentino que los alojó recientemente. Agradezco su ayuda y nos despedimos con un abrazo.
Llego a Bahía Blanca y mi intención es buscar algún hostal a las afueras de la ciudad, para no tener que lidiar con el tráfico y evitar perderme. Además para poder salir temprano al día siguiente sin mayores dificultades. Pregunto en una tienda-taller de bicicletas por algún hospedaje. Me indican uno, al que me dirijo inmediatamente. En el momento que voy entrando, va saliendo una camioneta y el interior del lugar, no parece ser exactamente un hotel, mas allá de que el aviso lo dice literalmente. Alguien detrás de un vidrio oscuro, me habla a través de un citófono. Pregunto por una habitación sencilla y la respuesta es que vale novecientos cincuenta pesos argentinos, unos sesenta dólares. Mis sospechas se confirman. Es un motel. Suelto una carcajada, y salgo.
Irremediablemente tengo que ir al centro. Alguien que va en moto, al abordarlo y preguntarle, me guía hacia un lugar que me recomienda. Bahía Blanca Hostel, tiene un sitio seguro para la moto, es quizás lo mas importante. Yo puedo compartir sin problema la habitación y los baños. Esa noche hace mucho calor, sin embargo cae un aguacero durísimo, con ráfagas de viento y agua, que en algún momento me hace temer que tumbe la moto, que quedó guardada en la parte de atrás de hostel, bajo llave, pero solo cubierta por un techo sin muros. Afortunadamente no pasa nada, pero las calles amanecen llenas de hojas y chamizos caídos, por la dura sacudida de la noche anterior. Me pongo en contacto con Maxi Ponce, dato que me dieron Cristian y Marianella. Maxi vive en Las Grutas, provincia de Río Negro. Es un motero apasionado que no solo le gusta viajar en su moto, sino también a través de las historias y la cultura de otros motoviajeros que recibe en su casa. Me aclara que me puede facilitar su patio para armar la carpa. Es entonces la oportunidad de estrenarla, ya que desde que la compré en Quito no la había usado. Quedo de llegar a eso de las cinco de la tarde. Tengo que dar muchas vueltas para encontrar un banco que me permita retirar. Después de lograr hacerlo, compro un limpiador de cadena y vuelvo al hostel para montar las maletas y arrancar.
 |
| Larga recta de 107 kilómetros |
A la salida de Bahía Blanca, paro a cargar nafta. Le comento al empleado que voy para Las Grutas y me recomienda que tome la ruta 22 pasando por Rio Colorado, para luego tomar la ruta 251. Así me ahorro unos cincuenta kilómetros, con respecto a la ruta 3 que pasa por Viedma. Tomo la recomendación y sigo esa ruta. Cuando giro a la izquierda para tomar la 251, empieza una recta interminable de mas de cien kilómetros. No recuerdo nunca haber hecho tantos kilómetros sin una sola curva. Un poco antes de llegar a General Conesa, la recta termina y aparecen tímidamente algunas curvas. No he querido manipular mucho el teléfono, porque se está descargando rápidamente, y no quiero quedar incomunicado al momento de llegar a Las Grutas, a pesar de algunos mensajes de Maxi que me pregunta cómo voy.
 |
| Llegada a Las Grutas, provincia de Río Negro |
Llego a Las Grutas y paro en un letrero grande con el mismo nombre, a la entrada de la ciudad. Esa sería una indicación inequívoca para Maxi. Me comunico con él, y no tarda mucho en llegar. No puedo olvidar la calidez de su abrazo al saludarme. Era sincero, genuino. Pude percibirlo inmediatamente. Para muchos puede resultar difícil saludar con afecto a un total desconocido, pero a partir de ese momento aprendería, que la moto es capaz de lograr mucho mas de lo que yo creía: hacer buenos amigos. Caro, su esposa, Ayrton, Lautaro y Brisa son sus hijos. Cami, es su hija mayor, pero no vive con ellos. Son una familia maravillosa de la que aprendí a admirar el amor que se tienen el uno por el otro y por sus hijos.
 |
| Acampando es casa de Maxi |
 |
| Costanera en Las Grutas |
Instalé la carpa en el patio, bajo un sauce llorón. Maxi me facilitó un colchón inflable que hizo mucho mas cómoda la dormida. Al final me quedé tres noches y dos días en donde me enseñaron a tomar mate, probé canelones, pollo al disco, empanadas salteñas fritas y asadas, tomé fernet, cerveza y tuvimos largas charlas en donde hablamos de lo divino y lo humano. Realmente fue una experiencia enriquecedora.
 |
| Maxi, nuevo amigo en Las Grutas |
Se llegó la hora de partir, pero antes, a través de Maxi, hicimos contacto con Andrés Hernández, en Puerto Madryn, quien también ha recibido viajeros en su casa y en donde recientemente se habían quedado Cristian y Marianella. Maxi me regala una camiseta con un estampado alusivo a Las Grutas y me acompaña hasta la salida de la ciudad, pero antes pasamos por la municipalidad, en donde trabaja Caro, para agradecerle y despedirme. Ya sobre la ruta 3 el abrazo fraterno se repite, pero esta vez es de despedida y va acompañado de agradecimiento y deseo de buenas rutas. Detrás de la apariencia ruda de Maxi, se esconde un ser particularmente sensible. Pude observarlo al notar algo de esfuerzo por evitar que sus ojos se aguaran y sus labios temblaran sin control, al momento de despedirnos. No estoy seguro de haberlo disimulado mejor.
 |
| Al fondo, Puerto Madryn. |
Maxi se aleja en mi retrovisor, mientras me dirijo hacia Puerto Madryn. No son muchos kilómetros. Son apenas 260, pero a esta altura, prefiero fraccionar los tramos porque el viento empieza a tornarse difícil. Llego temprano y siguiendo las indicaciones me encuentro con Andrés. Al llegar a su casa, lo primero que hacen es abrir la reja y la puerta de su garaje, para que pase derecho con la moto. Me quito el casco y me saludan como si hubiese llegado un ser querido al que hace mucho tiempo no ven. Me sorprendo un poco por eso, pero al mismo tiempo, me hace sentir muy bien. Andrés es periodista y Cecilia su esposa, es profesora de inglés. Nahuel Arturo e Iván Uriel, son sus hijos. Por aquí también pasaron días atrás Cristian y Marianella y antes, John Ladino y Clara Porras, una pareja de la ciudad de Pereira, quienes viajaron hasta Ushuaia. Duermo en el garaje al lado de la moto. Es quizás la manera ideal en la que duerme un motoviajero.
 |
| Atardecer en Puerto Madryn |
Charlamos largo rato sobre todo tipo de temas. Me preguntan por el nombre de la moto. Viajero que se respete le tiene nombre a la moto. Sin embargo, no es mi caso.
-"Horse with no name", respondo.
-("Caballo sin nombre")
Como la canción de la banda América.
Cada quien tiene la libertad de nombrar a su moto como quiera. Eso es respetable. Pero para mi, la moto tiene un significado muy especial, me inspira mucho respeto. Al ponerle nombre estoy pisando una linea muy delgada entre homenajearla y ridiculizarla. Por eso prefiero que siga siendo mi "caballo sin nombre".
 |
| Daniel, solucionando el problema de la tapa del filtro. |
Había notado que uno de los tornillos que sostiene la tapa del filtro de aceite no apretaba. Andrés me llevó a un taller en donde corrigieron la rosca y cambiaron el tornillo. Daniel, el mecánico que resolvió el problema se negó a cobrarme. Además me contó que unos meses atrás le regaló una llanta (cubierta) a un viajero colombiano, señalándome la calcomanía que tiene pegada en su taller. La reconozco. Corresponde a la de Cristian Rodriguez, bogotano que tan solo unos meses después de terminar su viaje por suramérica, falleció en un accidente con su moto. Le doy la noticia a Daniel y lamentamos juntos el hecho.
 |
| Monumento en honor a los bomberos fallecidos |
 |
| Monumento a los héroes de la guerra de Las Malvinas |
Salgo con Andrés "a dar una vuelta por la city", como él mismo lo dice. Pasamos por la plaza en donde hay un monumento en honor a veinticinco bomberos que fallecieron intentando controlar un incendio forestal en 1994. Fue una tragedia que marcó a todos los habitantes de la ciudad. Aprovecho para comprar un bidón que reemplace el que se rompió saliendo de San Pedro. Pasamos por la costanera desde donde se aprecia un crucero llamado Celebrity Infinity y en donde se pueden apreciar distintos monumentos dedicados a los héroes de la guerra de las Malvinas en 1982, en donde Puerto Madryn jugó un papel importante. Mas adelante pasamos por una cabina de radio móvil, y a Andrés se le ocurre que es buena idea que me hagan una nota sobre el viaje en FM Namunkurá, emisora de una fundación llamada Ceferino Namuncurá. En la tarde, paso por la peluquería. Ya era hora de un corte de pelo por la módica suma de cien pesos argentinos.
 |
| Nota sobre el viaje en FM Namunkurá |
A día siguiente acompaño a Cecilia a llevar a los niños al parque. Uriel es capaz de guardar el equilibrio sobre la bicicleta, pero le cuesta la arrancada. Le explico cómo ubicar el pedal y rápidamente aprende a hacerlo. Se toma confianza y ya no quiere parar mas. Observamos parte de una obra de teatro callejero, pasamos a saludar al párroco de la ciudad que coincidencialmente es colombiano y terminamos el día con un helado. La verdad es que ha sido muy bonito compartir con esta familia, he aprendido muchas cosas. Al final me quedo tres noches y dos días con ellos, pero hay que continuar. Es 28 de enero y me alisto para partir. Me preparo unos huevos revueltos con pan y café con leche. Arturo y Uriel quieren probar de lo que preparo, así que les comparto. Cecilia, quiere asegurarse de que no me falte nada para lo que sigue del viaje, insiste en ir al supermercado y trae una buena cantidad de barras energéticas, agua, galletas y fotocopias ampliadas de varios mapas de las provincias patagónicas, que pueden llegar a ser de utilidad. Me despido con una enorme gratitud por su hospitalidad y con el anhelo de algún día tenerlos en mi casa, para poder compartir de nuevo, esta vez, como en un partido de fútbol, jugando de local.
 |
| Andrés y su familia. Despidiéndome de Puerto Madryn |
Mi destino es Comodoro Rivadavia, esto ya suena bastante al sur. Andrés hace contacto con Mao, un amigo colombiano que vive allí y que unas semanas atrás recibió a Jhon y a Clara en su casa. Una vez mas tengo un sitio a donde llegar.
Son 440 kilómetros en los que empiezo a lidiar en serio con el viento. Se dificulta hacer adelantamientos a camiones grandes porque al llegar a la parte de adelante, se forma una turbulencia tan fuerte, que puede llegar a producir un accidente. El paisaje a esta altura, es monótono. Es una inmensa llanura con vegetación de porte bajo y apariencia reseca. Con mucha frecuencia se aprecian grupos de guanacos al lado de la carretera, a pesar de las cercas que separan la vía de la pampa seca. Hay que tener precaución de no atropellarlos, ya que a veces se cruzan de manera intempestiva.
 |
| Parada a descansar. Faltan todavía 279 km para llegar a Comodoro Rivadavia |
Llego a Comodoro al atardecer. Me pongo en contacto con Mao y rápidamente nos reunimos y vamos a su casa. Están celebrando el cumpleaños de un amigo. Me invitan al asado y a la comida. Mao lleva varios años viviendo en Argentina. Vive con su esposa y su hijo pequeño. La relación con las motos va por el lado de Lola, su señora madre, con quien tiene una empresa que fabrica alforjas, chalecos y accesorios para motos y moteros tipo chopper y custom. Cuento con la fortuna de estrenarme un sofa-cama. Muy cómodo por cierto. Por la noche el viento se siente silvar fuertemente. Parece sacado de una película de terror. No me quiero imaginar cómo será a día siguiente. Mao prepara el desayuno. No solo le gusta, sino que tiene talento para la cocina. Tengo que prepararme para salir. He parado muchos días y la ansiedad por avanzar me supera. Mao con su esposa me acompañan desde su auto hasta empalmar con la ruta 3 que me sigue llevando hacia el sur. Me despido y continúo mi camino.
Sigo las recomendaciones de Mao, que me advierte sobre unas grietas que hay en el asfalto, en tramo hacia Caleta Olivia. Efectivamente son peligrosas. Si no se tiene precaución, pueden ocasionar una caída.
Rodando muy cerca del Océano Atlántico
Durante el recorrido por la ruta tres, que va paralela a la costa, es la primera vez que paso tan cerca del Océano Atlántico. Está tan cerca que casi se puede tocar. No entiendo porqué el viento viene del occidente y no del mar. Eso me confunde un poco, pero mas adelante le encuentro lógica a este fenómeno.
 |
| Monumento al obrero petrolero en Caleta Olivia |
Llego a Caleta Olivia y en algún momento, sin darme cuenta, me salgo de la ruta 3 y termino perdido dentro de la ciudad. Tengo que recurrir al famoso PPS (Paro, Pregunto y Sigo), para retomar el camino. Mi objetivo es llegar a Puerto San Julián, pero cuando llevo 287 kilómetros a la altura de un sector llamado Tres Cerros, que no es mas que una estación de servicio y un hotel en medio de la inmensidad de la patagonia, una nube se prepara para dejar caer lo que parece ser una feroz tormenta. Hacía poco había visto un video de unos viajeros en moto, que se encontraron con un aguacero acompañado de ráfagas de viento tan fuerte, que les hizo tumbar las motos. No quedó mas remedio que refugiarse detrás de ellas. Yo no quería verme en una escena similar. Aquí las distancias son enormes, el viento es fuerte y no hay dónde refugiarse. A pesar de ser las tres de la tarde, decido quedarme en el hotel de Tres Cerros y no correr riesgos.
Andrés, a tu blog le falta algunas fechas en algunos lugares como para que el lector se ubique en el tiempo, un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por la sugerencia don Martín. La tendré en cuenta.
Eliminar