14.12.16

12. Argentina: De Tres Cerros a Punta Arenas, en Chile.

Tres Cerros, Piedrabuena, Río Gallegos, Punta Arenas.

Salgo temprano de Tres Cerros y noto que el viento ha cedido. Llego a Puerto San Julián a eso de las once de la mañana. Al parar en una estación de servicio converso con una pareja de viajeros brasileños. Beto y Ana llevan destino norte, después de visitar Ushuaia. Entro a la ciudad y doy una vuelta. Andrés, desde Puerto Madryn, al parecer había hecho contacto con alguien en Puerto San Julián, pero no tengo su número, y la comunicación está complicada porque no hay señal de celular. Decido continuar hasta un pueblo llamado Comandante Piedrabuena, en donde hay un camping que me recomendó un viajero argentino con quien había conversado en Tres Cerros. El paisaje seguía siendo repetitivo, mas allá de que me lo habían advertido, sin embargo, fue como un bálsamo al doblar una curva y observar el río Santa Cruz correr con un hermoso azul turquesa, que no recuerdo haber visto antes, justo en la entrada de Piedrabuena. Paro en la estación de servicio YPF para comer algo y revisar el mapa. Me doy cuenta de que estoy realmente lejos de mi casa, pero muy cerca de mi objetivo. Eso me ayuda a mantener alta la moral. 
Comandante Piedrabuena y el río Santa Cruz

El camping resultó estar ubicado en una isla formada por el río Santa Cruz, río que después me enteré, esta formado en parte por el deshielo del glaciar Perito Moreno, lugar que visitaría unos días después. A estas alturas los alojamientos se ponen costosos, no bajan de los quinientos pesos argentinos, unos cien mil pesos colombianos. Es por eso que el espacio para armar la carpa y baños compartidos por doscientos pesos argentinos, unos cuarenta mil pesos colombianos, son una buena opción.
Ubicación del camping, en una isla formada por el río Santa Cruz

Llevo unos cuatro mil kilómetros sin cambiarle aceite a la moto, y eso me preocupa un poco. Cuando salía de Comodoro, dos días atrás, pregunté en un taller cuánto me cobraban por un cambio de aceite, ya que la moto estaba armada, ya iba de salida y tenía pereza de hacerlo yo mismo. Unos mil doscientos pesos argentinos, es decir unos doscientos cincuenta mil pesos colombianos,  y eso, poniendo yo el aceite. Un despropósito. Me reí en la cara del tipo y salí. Y es que ya me habían advertido que la en la patagonia te "quieren arrancar la cabeza", para referirse a que todo es muy caro o se quieren aprovechar de tu condición de viajero, además, Comodoro Rivadavia por tratarse de una ciudad petrolera, se caracteriza por eso mismo. 
Camping en Piedrabuena, Provincia de Santa Cruz
Al día siguiente, aún en el camping decido cambiar el aceite. Pero surge un problema. El tapón está muy apretado, tanto, que primero se abre la copa, antes que aflojar el tornillo. Intento con una llave inglesa (o francesa como se conoce en Argentina), luego con un "hombresolo"  (pinza de presión), pero lo único que hago es dañarle la forma hexagonal a la pieza. Es domingo y la única gomería que diviso sobre la ruta 3, está cerrada. Entro al pueblo para buscar algún sitio en donde pueda resolver este impase, pero este parece un pueblo fantasma. Le pregunto a un par de policías, pero no pueden ayudarme mucho, lo que hay está cerrado. Mas adelante, abordo a un hombre mayor que va en una moto pequeña, en el momento en el que se detiene al frente de una panadería. Le comento la situación.

-Vos lo que necesitás es herramienta, me dijo.
-Esperame.

Compró el pan y me pidió que lo siguiera. Fuimos hasta su casa en donde tiene un galpón, algo así como un hangar, lleno de cualquier cantidad de fierros, hasta un auto clásico oxidado me pareció haber visto. Sin mediar palabra apareció con una llave, un martillo y un cartón, que él mismo tendió en el piso para mirar que se podía hacer. Con una llave de inferior diámetro en comparación al del tapón, forzó golpeando con el martillo hasta hacerle una cuna suficiente, con la que se pudiera hacer girar.

-Aquí no nació este hijo de puta, decía mientras golpeaba con furia el martillo contra llave.

Logró aflojar el tapón. Después me encargue yo de drenar y cambiar el aceite. 

Conversamos un poco sobre el recorrido que estaba haciendo.

-Que lindo viaje, me dice.

Se negó a cobrarme. Le agradecí con una calcomanía y al preguntarle su nombre, porque ni siquiera nos habíamos presentado oficialmente, solo me respondió:

-Decime Tano.

Luego supe que "tano", es apócope de "napolitano" y así se conoce a muchos argentinos que tienen ascendencia italiana, sea de Nápoles o de cualquier otra región de Italia.

Retomo el viaje con rumbo a Rio Gallegos. Son apenas 237 kilómetros, pero el viento hace que el cansancio se duplique, además la noche en la carpa no fue muy cómoda. Pienso también en la moto que tiene que hacer mucho esfuerzo para contrarrestar el viento. Busco un hotel cerca de la ruta 3. Paso por "La Anónima",  una cadena de supermercados bastante difundida por territorio argentino, para comprar algunas cosas. Al momento de pagar la cajera se niegan a darme una bolsa plástica para llevar lo que compré. Y es que está prohibido. La gente siempre lleva bolsas reutilizables. Cosa que me parece muy bien, pero yo no sabía y lo que compré no me cabía en las manos. La cajera se compadece de mí y me facilita una bolsa transparente.

Al día siguiente me levanto, desayuno y me preparo para salir. Necesito retirar, así que aunque no quiera, debo ir al centro para buscar un cajero electrónico. Cuando voy circulando por las calles de Río Gallegos, en una intersección en donde hay una depresión en el pavimento, que me parece a mí, hace las veces de rasaltos, con el fin de hacer bajar la velocidad, escucho un ruido fuerte tras de mi. Veo por el retrovisor el maletero que se había caído. Afortunadamente no había mucho tráfico, solo un carro tuvo que hacerle el quite. Recordé que en el momento de poner la maleta, antes de salir del hotel, sentí un sonido diferente al "click" que normalmente hace, lo que me hace pensar que quedó mal instalada. Encuentro un cajero y retiro. Cuando ya voy de salida, me llaman desde una van que se pone a la par mío. Son de un canal local y me piden hacer una pequeña entrevista. Acepto y continúo mi recorrido buscando la ruta 3 con el fin de, en principio, llegar a Río Grande, ya en la isla de Tierra del Fuego.




                                                      Entrevista para El Periódico Austral, en Río Gallegos



Saliendo de Río Gallegos me despisto un poco y termino tomando la ruta 3, pero en sentido norte. Tuve que hacer varios kilómetros antes de encontrar un retorno. Este día, entraría por primera vez en Chile. Unos kilómetros antes de la frontera, hay un retén en donde me piden bajar de la moto para llenar un registro dentro de una oficina. Ahí mismo hay una XR 650 roja, al parecer de un viajero gringo, ya que la placa es de Estados Unidos. Al entrar a la oficina y escuchar el acento del viajero, me doy cuenta que es mas colombiano que la arepa. Germán Botero es de Armenia, pero hace mucho tiempo vive en La Florida. Viajó en la moto desde Orlando hasta Armenia, en donde la dejó guardada durante un año, para retomar el viaje desde Armenia hasta Ushuaia.
Momento de la despedida con Germán...que no duraría mucho.
Es una de esas lindas coincidencias que deja el viaje. Encontrarte con un compatriota, del eje cafetero, tan lejos de casa, tan cerca del fin del mundo, es un bello aliciente para continuar. Sin embargo Germán, tiene como destino ese día Punta Arenas, ciudad chilena con puerto en el Estrecho de Magallanes, en donde piensa comprar una llanta (cubierta) trasera para la moto. Aunque mi moto también está necesitando lo mismo, yo prefiero esperar a cambiarla cuando esté de regreso. Nos acompañamos hasta llegar a la frontera, y una vez allí, a hacer los trámites respectivos tanto en las oficinas de migración y aduana argentinas como chilenas. Como mi destino era Río Grande y el de Germán Punta Arenas, y teniendo en cuenta que él viaja en una moto de mayor cilindrada, y que por lo tanto va mas rápido, nos despedimos, a pesar de que continuamos por la misma carretera. 

Germán desaparece en el horizonte ,inclinado por el fuerte viento

Ya en territorio chileno, vi cómo Germán desaparecía en el horizonte. 

No hubo, quizás, un solo día de este viaje en el que no me emocionara. Tengo que confesarlo. Por momentos, cuando intentaba ser consciente de dónde estaba o de la pequeña gran hazaña que estaba realizando, sentía la necesidad de emitir gritos ensordecedores dentro de mi casco, seguidos de enormes carcajadas que al final me hacían aguar los ojos (decirlo es una cosa; experimentarlo es otra). El viento patagónico es realmente fuerte; lo defino como agobiante. Es tal vez como el infierno, pero con viento en vez de llamas. A un poco más de 100 km/h y con una moto liviana, es como ser el protagonista de un videojuego que consiste en mantenerse dentro de la calzada; pareces una hoja de papel. Por eso se me ocurrió, bromeando conmigo mismo, pedir ayuda al dios mitológico del viento. Pero que va, no sirvió de nada.


 ¡Eolo!...ayudame hooome!!

Unos kilómetros mas adelante, esperaba ver un aviso gigante con una flecha a la izquierda que indicara "Ushuaia". Nunca la vi. Solo recuerdo haber visto un letrero que indicaba Punta Delgada. Muchos kilómetros mas adelante me percaté  de que me había pasado. Claro, a Chile no le interesa hacerle propaganda a Ushuaia, mas aún cuando tiene dos poblaciones un poco mas al sur: Puerto Navarino y Puerto Williams al otro lado del canal Beagle.
Estancia San Gregorio
En ese momento, estaba mas cerca de Punta Arenas que de Río Grande, y mi prioridad cambió, al notar que necesitaba comb
ustible. Pienso que en San Gregorio puedo conseguir. Para mi sorpresa, no es mas que las instalaciones abandonadas de un vieja estancia, que se dedicaba a la cría de ovejas y a la esquila de su lana. El combustible se agota, pero por fortuna, un poco mas adelante, diviso una estación de servicio a unos 150 metros a la izquierda de la ruta. Y allí vuelvo a encontrarme con Germán. Se sorprende porque tenía entendido que yo iba para Río Grande. Le cuento lo sucedido y decidimos seguir juntos hasta Punta Arenas. En la ciudad hay una zona franca en donde esperamos conseguir a buen precio las llantas (cubiertas) traseras que necesitamos para las motos. Es lo primero hacemos al llegar. Sin embargo no encontramos las medidas que buscamos. Vamos al centro y después de mucho averiguar nos recomiendan una tienda de Honda, en la que encontramos solo dos unidades de las llantas que necesitamos, por unos setenta y cinco mil pesos chilenos, es decir unos trescientos setenta mil pesos colombianos, cada una. No tenemos mas opción que pagarlas a ese precio. La chica que nos atiende nos recomienda un hostal, sin embargo, está totalmente lleno. Al frente hay otro que se llama "Hospedaje Casa Rosita" en donde si hay espacio.
Hospedaje Casa Rosita
Descargamos las maletas y salimos a buscar una gomería para cambiar las cubiertas. Nos llama la atención cuando nos dicen que nosotros mismos debemos bajar las ruedas. Germán dejó la herramienta en el hostal, afortunadamente yo la llevo pegada a la moto. Salimos de ahí con las motos estrenando zapatos, buscando un lugar para comer algo, porque ya era tarde y el hambre apremiaba. No nos importó comer en el mall de comidas del centro comercial "Lider" con la ropa sucia y las manos engrasadas. Regresamos al hostal para finalmente descansar después de un día bastante agitado. Rosita es nuestra anfitriona, tiene un carácter fuerte, pero en el fondo es un amor de persona. El sitio es bastante acogedor, tiene un ambiente familiar muy agradable. Allí nos encontramos con Rafael Araya, un chileno que vivió mucho tiempo en Colombia y que se ha casado dos veces con colombianas. Está en Punta Arenas porque trabaja en un barco que están reparando en el puerto para emprender una expedición a la Antártida. Tuvimos la oportunidad de conversar con el capitán del barco, quien también se está alojando en el mismo lugar; es una persona muy culta. Nos intenta explicar lo complicado que es navegar por las diferentes zonas de la extensa costa chilena. Finalmente nos retiramos a dormir. Hay que descansar porque nos espera una larga ruta hasta Río Grande, saliendo de Chile y entrando nuevamente en territorio argentino.


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