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| La foto de la despedida con los amigos bolivianos |
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| Uyuni-Potosí-Villazón |
| Monumento del Touareg que identifica al Dakar |
Después de calmar el antojo de vivir de cerca el Rally Dakar, nos dirigimos, ya con las vías habilitadas, hacia el Salar de Uyuni. Casi sin darme cuenta estaba rodando sobre la sal, el horizonte se percibía infinito y la emoción en el pecho indescriptible. El salar de Uyuni es el mayor desierto de sal continuo y alto del mundo, con una superficie de 10.582 km2 y una altitud de 3.600 m.s.n.m. Pronto llegamos al monumento del "Touareg", que identifica a la competencia. Después de las fotos de rigor pasamos al museo de sal. Una edificación construida con bloques de sal, mesas de sal, asientos de sal, todo de sal. Cuando abro la boca para hablar, siento el sabor a sal en mi lengua. Es una experiencia muy interesante. Allí me tomo una "Paceña" con Vidal, mientras hablamos de todo un poco. Son las 4:30 pm y tenía claro que no quería pasar una noche mas en aquel pequeño cuarto polvoriento. El día anterior, en un negocio de internet en Uyuni, reservé un lugar en un hostal en Potosí, a unos 200 km, así que esa noche, tendría a donde llegar. Decidí partir, despidiéndome de mis amigos bolivianos, sabiendo que llegaría de noche, esta vez, viajando solo.
| Salar de Uyuni |
Al dejar el salar, cargué combustible en Colchani, en donde tuve que hacer fila porque la demanda era alta. A mi paso por Uyuni, me encuentro con que la carretera está cerrada otra vez. Tengo que hacer una cantidad de maromas, dando vueltas por todo lado, hasta encontrar la carretera que sale hacia Potosí, sobre las 6:00 pm. Empezaba a oscurecer. La noche caía irremediablemente y mi recorrido apenas iniciaba. Alcanzo a ver a mi derecha los preparativos desde donde partiría la siguiente etapa de la carrera, con destino a Jujuy, en Argentina.
Algo que no había previsto, era que esa noche ascendería sobre los 4.000 metros de altitud. Mi moto, que funciona con carburador, empezó a sufrir los efectos del mal de altura. Se sentía ahogada. Pendientes suaves, en donde en condiciones normales la moto subiría sin dificultad, aquí con el acelerador totalmente abierto, no pasa de 50 Km/h. Pienso que la moto está consumiendo mas de lo normal y las cuentas de la distancia y la autonomía no me cuadran. Temo que el combustible se acabe, además porque no llevo reserva en el bidón. Empiezo a considerar la posibilidad de amanecer en cualquier parte sobre la ruta.
Después de un rato, observo una camioneta a la orilla de la carretera sobre la entrada de un pequeño poblado, abordo a su conductor, quien revisa su celular, y le pregunto si ahí puedo conseguir combustible o alojamiento. Me responde afirmativamente, indicando que es un pueblo de mineros por lo que muy seguramente encontraría lo que buscaba. Para ese entonces eran ya cerca de las 10:00 pm y hacía un frío gélido, estaba cansado física y mentalmente. Solo quería encontrar una cama y dormir.
Efectivamente, encontré un hospedaje en donde casi no me abren. Consideré por un momento armar la carpa enseguida de la casa de un perro enseguida de la puerta. Finalmente abren la puerta y tengo una agradable sensación de felicidad. El señor que me abre la puerta es muy amable y me pregunta, un poco sorprendido, sobre si no me da miedo viajar tan tarde. Estoy por fin, después de muchas horas, durmiendo en una cama decente. Creo que me lo merezco.
Agua de Castilla, se llama el pequeño caserío en donde estoy, a 50 km de Potosí. Al día siguiente me baño temprano y vuelvo a ser persona, después de deshacerme de muchas capas de mugre pegadas con sudor a mi cuerpo. Pregunto por un sitio en donde pueda desayunar. La señora del hospedaje que parece muy tímida, me manda a decir con un muchacho de unos 13 años y quien al parecer estar allí pasando vacaciones, que ella me puede preparar el desayuno. Agradezco y acepto inmediatamente. Dos panes con huevo frito en el medio, mantequilla, mermelada, leche, agua caliente y café instantáneo para preparar a mi gusto. No soy de café instantáneo, pero debo confesar que después de muchos días, ese me supo a gloria.
La comunicación en Bolivia, estaba un poco complicada. Solo dependía de los "Cyber", para poder usar internet. Llevaba muchas horas sin comunicarme con mi familia. Afortunadamente allí había uno de estos negocios en donde pude enviar un mensaje a mi mamá y a mi esposa, confirmándoles que estaba bien. Pude también conseguir combustible de contrabando (igual no habían mas opciones) a muy buen precio: 5 Bs/l. Llené el tanque y buena parte del bidón.
Reviso la moto y decido quitarle la tapa del filtro de aire para que la altitud no la afecte tanto. Noto la presencia de una pequeña puntilla clavada hasta la cabeza en la rueda trasera. No me atrevo a sacarla hasta no estar en un montallantas o gomería, igual tiene todo el aire y ya he comprobado la efectividad del producto antipinchazos que le he aplicado a la rueda.
Antes de partir, noté que por la carretera viajaban vehículos de asistencia del Rally Dakar, ya que en el tramo entre Uyuni y Tupiza la carretera está sin asfaltar y en regular estado, por lo que prefieren dar la vuelta por Potosí.
Después de cumplir con el objetivo de conocer el Rally Dakar, la velocidad de mi viaje disminuye. No tengo afán. Salgo de Agua de Castilla a un ritmo muy tranquilo, disfrutando del paisaje, del frío que entume mis manos a pesar de tener unos guantes mullidos con un material especial y de la resonancia con la que quedó la moto después de sacarle la tapa-filtro. A propósito, sí que mejoró su desempeño.
Faltaban unos pocos kilómetros para llegar a Potosí. Alcancé un vehículo rojo, con logos del Dakar, marcado con un número, lleno de calcomanías de patrocinadores y con placa holandesa. Al parecer era un vehículo de asistencia. Iba realmente muy despacio, tanto, que justo en la entrada de Potosí lo adelanté. A pesar de que la carrera no pasaba por esta localidad, la gente se conformaba con ver pasar los camiones y vehículos de asistencia. A los lados de la vía estaba la multitud . A mi paso, todos me saludaban, grabando y tomando fotos con sus celulares, mientras yo parecía una reina de belleza saludando con mi mano izquierda. Fue un momento muy gracioso.
| Patio central del hostal, donde durmió la moto. |
Entré a Potosí y confirmé que efectivamente había perdido la reserva que había hecho desde Uyuni, y que el hostal ya estaba lleno. A la vuelta de la esquina me recomendaron "Hostal La Casona", un lugar con un ambiente muy agradable, económico y con un espacio amplio y seguro para la moto. Llegué dispuesto a descansar, a relajarme y a lavar la ropa que hasta ese momento no conocía el jabón.
| Cerro Rico, Potosí |
Potosí fue en algún momento de la colonia, la capital de América. De allí, en el Cerro Rico los españoles extrajeron plata, metal con el que financiaron sus guerras en Europa. De hecho en Potosí construyeron un centro de acuñación al que llamaron Casa de la Moneda. Lugar que tuve la oportunidad de conocer durante los dos días que me quedaría en la ciudad, recorriendo además sus calles y sus iglesias cargadas de historia.
| Arcoiris desde el Hostal La Casona, Potosí |
El internet había mejorado considerablemente, al punto de poder hacer una videollamada, en donde pude ver y conversar con mi familia. Eso fue un golpe de motivación muy importante. Tenía el ánimo arriba. Solo me separaban poco mas de trescientos kilómetros de Argentina y eso me emocionaba aún mas.
| Casa de la Moneda, Potosí |
Con energías renovadas y con la ropa limpia, salí de Potosí con rumbo a Villazón, ciudad fronteriza con la Quiaca en Argentina. El clima era inmejorable y mi ritmo de conducción era pausado. Hice varias paradas, una de ellas, en una pequeña tienda a orilla de carretera, en donde me atendió una señora muy amable y en donde tuve una corta charla con un lugareño.
Paso por Tupiza y tanqueo la moto. Es la segunda vez durante mi paso por Bolivia, que pago la tarifa para extranjeros. A estas alturas estoy a solo 90 kilómetros de la frontera. En este tramo me encuentro con una formaciones rocosas muy particulares a las que no pude dejar pasar sin fotografiar.
| Ruta entre Potosí y Villazón |
| Curiosas formaciones rocosas entre Tupiza y Villazón |
Llego a Villazón y sigo hacia la frontera con la esperanza de poder cruzar ese mismo día, pero las oficinas de migración y aduanas están muy concurridas, así que decido buscar un lugar donde quedarme y madrugar al día siguiente. Encuentro un lugar para mí y para la moto muy cerca de las oficinas. Me dí una ducha, me puse ropa limpia y salí a buscar dónde comer, con la precaución de recordar las calles, con el fin de devolverme por el mismo camino. Después de comer en un asadero o "Rotisería" como al parecer le conocen allí, me desvié solo un poco para buscar un lugar dónde comprar crema de dientes. Después de salir del local me dirigí hacia donde creía era lo correcto. Resulté perdido en las calles de Villazón durante varios minutos.
Mis horas en Bolivia estaban terminando, y el balance era mas que positivo. Quedan muchas cosas por conocer como por ejemplo el camino de la muerte, Cochabamba, Santa Cruz de la Sierra y Sucre, entre otros muchos lugares que con seguridad deben ser fascinantes. Solo me queda agradecerle a Bolivia las bonitas experiencias que viví y la promesa de volver.
Video Resumen Bolivia


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