17.12.16

9. Argentina: Primeras impresiones


Montañas de colores sobre la ruta 9 en la provincia de Jujuy










Argentina da la bienvenida y  nos recuerda a cuánto estamos del objetivo






Es doce de enero y me preparo para entrar a Argentina. Me levanto temprano con la esperanza de realizar los trámites fronterizos lo mas rápido posible y hacer algunos kilómetros. Sin embargo, a pesar de "madrugar", me encuentro con una fila interminable en la oficina donde tengo que registrar la salida de Bolivia. Intento no perder de vista la moto, más aún después de la advertencia que me hace un argentino que iba ingresando a Bolivia, sobre el riesgo de que me robaran algo. Después de mucho rato logro que me sellen el pasaporte. Ahora tengo que hacer otra fila, igual de larga, para que me sellen la entrada a Argentina. Cuando por fin llego a la ventanilla, la chica al ver mi nacionalidad, me pide que me haga a un lado, indicándome que luego me atiende. Pasan unos veinte minutos, en donde mi pasaporte está retenido, luego sale la funcionaria con un formulario que ella misma diligencia, preguntándome cualquier cantidad de cosas. Me preocupo un poco, ya que no hacía mucho, unos viajeros colombianos fueron devueltos de esa misma frontera, por no portar pasaporte. Solo viajaban con su cédula de ciudadanía, y aunque según entiendo hay un tratado internacional que lo permite, aquí son un poco complicados con el tema. Finalmente logro hacer la entrada a mi cuarto país en esta travesía. Pero hacía falta los trámites de la aduana para la moto. Del lado boliviano, solo fue entregar el papel que me dieron al ingreso y listo. Del lado argentino estaba un poco más difícil. Empecé a hacer una fila bastante desordenada. Salió un funcionario y repartió unos papelitos con unos números para atender en ese orden. Llevaba mucho rato ahí, cuando pasó la chica que me había atendido hacía unos instantes y me pregunta con un lindo acento argentino : 

- ¿Qué hacés ahí?, esa fila es para los vehículos que ingresan a Bolivia.

Reniego un poco por todo el tiempo que había perdido. Muy amablemente, la funcionaria me indica qué hacer. Paso a la oficina de aduanas argentina en donde me hacen bajar las maletas para pasarlas por un "escaner". Todo es muy demorado, además porque es una frontera muy concurrida. Villazón, Bolivia y La Quiaca, Argentina, están separadas por escasos metros.

Por fin estoy en Argentina. En un principio, la idea era ir a las Cataratas de Iguazú, pero de solo pensar en toda la burocracia que hay en las fronteras, decido no salir de este nuevo país durante un buen tiempo, y concentrarme en el objetivo mayor: Ushuaia.

Del lado boliviano, hay varios puestos en donde realizan el cambio de moneda. Sin embargo, sigo el consejo de un  viajero que recomendó realizar el cambio, una vez se ingresa en el nuevo país, supuestamente, porque hay algunos pesos a favor. Sin embargo, al ingresar a La Quiaca no encuentro cambistas por ningún lado. Solo tengo moneda boliviana y necesito cambiarla por pesos argentinos. Paso por un banco, pero hay una fila de casi una cuadra para el cajero electrónico. No quería hacer mas filas ese día. Pero como al que no quiere caldo se le dan tres tazas. Hice una fila mas corta en otro banco, en donde no pude retirar, por lo que tuve que volver al primer banco para hacer la fila larga.

Había perdido demasiado tiempo y ya se me habían quitado las ganas de tomar ruta. Prefiero hacerlo temprano en la mañana. Decido entonces, buscar dónde quedarme, recorrer un poco la ciudad, comer algo y comprar una sim card.

Copacabana, es el nombre del hostal. Tiene un patio interior en donde pude guardar la moto y cómodas habitaciones múltiples con baño compartido. No necesito mas. Marcelo, es la persona que me atiende. Es muy amable. Acepta que le pague con pesos bolivianos y el cambio me lo da en pesos argentinos. Decido ducharme y cambiarme para salir a comer a un sitio que me recomendó Marcelo, así aprovecho para conocer un poco las calles de La Quiaca y para comprar la sim card con la que me comunicaré en Argentina.

Cual es mi sorpresa cuando salgo del hostal, y la actividad que se veía en la ciudad, hacía solo unos instantes, había desaparecido. La Quiaca parecía un pueblo fantasma. Todo el comercio estaba cerrado y toda la gente que se veía ir, venir y hacer fila, había desaparecido. Luego me entero, que la costumbre argentina es hacer "siesta" desde la una hasta las cinco de la tarde. Afortunadamente el restaurante que me recomienda Marcelo está abierto. Regreso al hostal después de tener un número telefónico argentino. Mas tarde, Marcelo me llama y me pregunta si me incomoda compartir la habitación. Yo no tengo problema. Resultó ser una chica argentina, guapa por demás, que está mochileando con destino a Bolivia. Yamile, al parecer es vegetariana, así que no le hace mucha gracia el hecho de que yo sea zootecnista y críe animales para después comerlos. Sin embargo sostenemos una charla cordial, hasta que el sueño nos dice que es hora de dormir.

También llegan al hostal dos argentinos, padre e hijo, viajando también cada uno, en Honda Tornado, hacia Macchu Pichu. charlamos un rato sobre motos y viajes.

Montañas de colores en Purmamarca
Después de revisar el mapa, decido que Güemes, será mi próximo destino. Todavía estamos sobre los 3.400 metros de altitud, por lo que me recomiendan no colocar la tapa del filtro a la moto, ya que  la había retirado para que la moto no se apunara en la altura de Bolivia.

Emprendo mis primeros kilómetros por Argentina, con una emoción indescriptible. No lo puedo creer. Me parece mentira. Hace frío, pero no me importa. La ruta se torna divertida y el paisaje deleita mis ojos. Hay un puesto de control de policía. Solo revisan  mi pasaporte y me dejan seguir. Se que por esa ruta mas adelante encontraré una montañas que parecen delineadas con un pincel, a las que llaman cerro de siete colores. Pronto las encuentro y paro para admirarlas y fotografiarlas. Esa zona se caracteriza por ser un destino mochilero obligatorio. Humahuaca, Tilcara y Purmamarca, son algunos de los pueblos mas visitados. Doy una vuelta por Tilcara, buscando un cajero electrónico ya que lo que retiré en la Quiaca era muy poco. Apenas empezaba a familiarizarme con el tipo de cambio en Argentina. Logro retirar y cuando vuelvo a la moto me aborda un muchacho que me pregunta por el viaje. Marcos Canelo, es su nombre. Me dice que él tiene una "Rouser", que es la misma que en Colombia se conoce como "Pulsar". Charlamos un instante y nos despedimos. El ambiente en Argentina me gusta. La gente es amable, siempre hay una sonrisa y disposición de ayudar.

Un grande nubarrón se alza en el cielo, como dice la canción, y amenaza lluvia. Después de continuar mi camino, encuentro en la orilla de la carretea una Honda Transalp roja y blanca, con una pareja de viajeros paraguayos con destino al Salar de Uyuni. Conversamos solo un instante, sin bajarnos de las motos. Andrea nos toma una foto con su celular a Gerardo y a mi. Nos deseamos buenas rutas y nos ponemos a disposición, en caso de que ellos viajen a Colombia, o yo decida pasar por Paraguay.
Gerardo y Andrea, viajeros paraguayos, rumbo a Bolivia

Empieza a llover y no tengo mas remedio que ponerme el impermeable resguardado dentro de un paradero de bus en medio de la nada. Siempre me llamó la atención este tipo de paraderos, ya que no se veía ningún pueblo o caserío cerca. Llueve profusamente y la visibilidad se reduce. Empieza un descenso de curvas continuas que tomo con cuidado. Cada vez vamos bajando mas y el frío empieza a desaparecer. Llego a San Salvador de Jujuy y me pierdo un poco. Paro en un semáforo y le pregunto a la conductora de un vehículo, por la salida para Güemes. 

- ¿Vas para Güemes?, me pregunta.

Le confirmo afirmativamente.

- Seguime. 

Le hago caso y después de algunas vueltas, me indica por donde seguir. Retomo mi ruta, ya sin lluvia.

Un poco mas tarde llego a General Güemes, empieza a anochecer y debo encontrar un lugar, preferiblemente sobre la ruta, para quedarme esa noche. Me orillo en la esquina de una intersección, miro a ambos lados y justo a mi derecha hay un letrero de que dice "Hostal Don Pedro".  Me atiende una señora muy amable, que me pide instalarme, mientras llega su hijo, a quien debo pagarle. Es una habitación sencilla, sin lujos, pero tiene una cama, un baño, y espacio seguro para la moto. Es todo lo que necesito. Salgo a buscar un "Cyber" para comunicarme con mi casa y a comerme una milanesa con papas fritas y salsa de tomate con coca cola. Al día siguiente preparo la moto, pero antes de salir charlo un poco con Pedro, el dueño del hostal, quien es hincha de Boca y admirador de Oscar Cordoba, Chicho Serna y el patrón Bermúdez,  jugadores colombianos en una de las mejores épocas del equipo. Hablamos un poco de política, mientras me invita a un café con galletas. La charla es muy entretenida, pero debo seguir. Para ese día mi objetivo es Pozo Hondo, son solo 313 kilómetros, pero quiero disfrutarlos, para no desgastarme y no desgastar la moto. Es así como continuo mi ruta adentrándome, cada vez mas, en este gran país.

3 comentarios:

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  2. Hola Andres . Gracias por tus recuerdos . hace poco tiempo viaje en moto hasta Peru en una Tornado (ESPECTACULAR MAQUINA ) TECNICAMENTE NOBLE ! MUCHAS GRACIAS POR TUS COMENTARIOS SALUDOS DESDE GENERAL GUEMES , PROVINCIA DE SALTA HOSTAL DON PEDRO

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    1. Gracias Pedro, por seguir la historia y hacer parte de ella. Qué bueno lo de tu viaje. Y si algún día te animas a subir hasta Colombia, solo es que hagas unas señas y aquí te espero con unas cervezas.

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