Salimos de Ushuaia y como cosa rara quedo rezagado, ya que Javier y Edison van en motos mas grandes. Unos cuantos kilómetros mas adelante me alcanza una V-Strom, para mi sorpresa, con otro colombiano. Definitivamente somos una plaga. Julián es de Medellín y también emprendió su regreso. Siempre es emocionante encontrarse con alguien de tu país en semejantes latitudes. Conversamos unos instantes, intercambiamos calcomanías y continuamos nuestro recorrido. Nos volveríamos a encontrar todos en las oficinas de la frontera argentina y catorce kilómetros mas adelante en las oficinas chilenas, para hacer los trámites respectivos de migración y aduana. Julián y Javier continúan por la ruta 3. Edison y yo nos desviaríamos a Punta Arenas con el fin de buscar una llanta para la moto de Edison. Pero antes hay que hacer unos cien kilómetros de ripio para llegar al ferry que cruza el Estrecho de Magallanes. Julián y Javier hacen los trámites y salen primero. Edison me pide que me adelante, ya que a mi me rinde un poco mas en el ripio. En el tramo de asfalto seguro me alcanza. Si no, acordamos encontrarnos en la estación de servicio de Cerro Sombrero. Termino el tramo de ripio y tomo la carretera asfaltada, esperando que en cualquier momento Edison me alcance. Llego a Cerro Sombrero, para lo cual hay que desviarse un poco de la vía principal, y paro en la estación de servicio en donde habíamos acordado encontrarnos. Lleno el tanque y espero. Pasan varios minutos y Edison no llega. Me preocupo un poco. Sin embargo me dirijo a la orilla del Estrecho de Magallanes, con el fin de esperarlo allí. Para mi sorpresa, Edison ya está subido en el ferry. Pasó derecho, sin entrar a Cerro Sombrero. Pero me tranquiliza el hecho de que esté bien.
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| Calcomanías de viajeros, en las oficinas chilenas del paso fronterizo "San Sebastián" |
De nuevo en el ferry, cruzando el Estrecho de Magallanes
Esta sería la jornada mas larga de este viaje con aproximadamente 640 kilómetros. Cruzamos el Estrecho de Magallanes. Javier y Julián habían alcanzado a cruzar mas temprano. No los volveríamos a ver. Tomamos la carretera hacia Punta Arenas y ya empezando a atardecer, el sol golpea de frente molestando bastante la visibilidad. Son las 8:00 p.m. hora local y todavía con luz, tocamos a la puerta de la Casa Rosita, hospedaje que compartí con Germán Botero unos días atrás. Solo hay un espacio en un camarote y un sofá que compartimos con Rafael Araya, el chileno que trabaja en el barco que va para una expedición a la antártida y que conoce a Colombia mas que nosotros. Es sábado, eso significa que hay que esperar hasta el lunes para conseguir la cubierta que necesita la moto de Edison. Mientras tanto recorremos un poco la ciudad y socializamos con una joven israelí, que está de vacaciones después de terminar su servicio militar obligatorio.
| Nuevamente en el Hospedaje Casa Rosita, en Punta Arenas, probando Cerveza Austral |
El lunes en la mañana, Edison sale a buscar la cubierta y regresa al rededor del medio día. Nos preparamos para partir, esta vez hacia Puerto Natales, todavía en Chile. La autonomía de mi moto es de aproximadamente 230 kilómetros, incluida la reserva. En este tramo el viento en contra fue tan brutal que no podía sostener la moto en la sexta marcha. Tenía que bajar a cuarta para poder hacerle resistencia al ventarrón. Así las cosas, el combustible, incluida la reserva, se agotó a los 206 kilómetros. Afortunadamente llevaba gasolina en el bidón, con la que pude terminar los 248 kilómetros de ese día. No recuerdo hasta ese momento, haber sentido tanto viento. Llegamos a Puerto Natales y ubicamos un hospedaje en una casa de familia. Cerca de ahí, están las Torres de Paine, unas formaciones rocosas imponentes, destino de muchos viajeros y amantes de trekking.
| Costanera de Puerto Natales |
Sin embargo el viento me ha castigado mucho y no quiero saber nada de eso. Al día siguiente volvemos a entrar a Argentina por una frontera llamada "Dorotea". Al ver algo de montañas y teniendo tan cerca la cordillera de los andes, confío en que el viento ceda. Pero que va. Sigue haciendo un viento insoportable que justamente viene del occidente, es decir de la cordillera. No logro entender porqué. Aunque tengo una teoría: en esa zona esta el Parque Nacional los Glaciares con 7.269 km2 de puro hielo, que se extienden por la cordillera de los Andes. El sol calienta la superficie de la pampa seca, obviamente mas rápido de lo que pudiera calentar la inmensidad de los glaciares. El aire caliente de la pampa sube y el aire frío de los glaciares pasa a ocupar su espacio de manera violenta. Cuanto mas cerca de la cordillera glaciar, mas duros los vientos.
En la Estación de Servicio de Tapi Aike, Provincia de Sta Cruz
Algunos ejemplos de la rudeza del viento en La Patagonia
Llegamos a las oficinas de migración y aduana. Después de hacer los trámites, mientras Edison guarda los documentos en una carpeta, el viento le arrebata un papel, que resultó ser un seguro que compró cuando ingresó a Argentina. Sale a buscarlo en medio de la maleza. El viento se intensifica. Yo no me muevo de las motos por temor a que se caigan. Es tan fuerte el viento que las hace mecer. El papel se queda perdido y no hay mas opción que continuar. Pasamos por Río Turbio, primer pueblo argentino, después de cruzar esa frontera y tomamos la mítica ruta 40, con destino al El Calafate, ciudad desde donde buscaríamos ir, ochenta kilómetros mas adelante al Glaciar Perito Moreno, uno de los mas imponentes y de mas fácil acceso.
El viento no permite avanzar con comodidad. Empiezo a ver a través del espejo retrovisor, cómo una tractomula se acerca a gran velocidad. Por mas que quiero impedirlo, me alcanza. Al hacer el sobrepaso, se forma una turbulencia brutal. Casi pierdo el control de la moto. Tuve que esforzarme mucho para evitar que las ruedas del tráiler me succionaran hacia ellas, e igualmente para evitar salirme de la calzada. Fue un momento de terror. Ese mastodonte no terminaba de adelantar. Era eterno. Parecía que me estuviera adelantando un tren cañero. Tuve que detenerme a pasar el susto. Edison fue testigo de lo que sucedió y aunque también tuvo que padecerlo, su moto, mucho mas pesada que la mía, le ayudó a pasar este mal rato. Mas adelante, se repite la escena. Pero esta vez tomo precauciones y me orillo, para evitar pasar nuevamente por lo mismo.
El viento no permite avanzar con comodidad. Empiezo a ver a través del espejo retrovisor, cómo una tractomula se acerca a gran velocidad. Por mas que quiero impedirlo, me alcanza. Al hacer el sobrepaso, se forma una turbulencia brutal. Casi pierdo el control de la moto. Tuve que esforzarme mucho para evitar que las ruedas del tráiler me succionaran hacia ellas, e igualmente para evitar salirme de la calzada. Fue un momento de terror. Ese mastodonte no terminaba de adelantar. Era eterno. Parecía que me estuviera adelantando un tren cañero. Tuve que detenerme a pasar el susto. Edison fue testigo de lo que sucedió y aunque también tuvo que padecerlo, su moto, mucho mas pesada que la mía, le ayudó a pasar este mal rato. Mas adelante, se repite la escena. Pero esta vez tomo precauciones y me orillo, para evitar pasar nuevamente por lo mismo.
| Llegando a El Calafate. Al fondo el azul turquesa del Río Santa Cruz |
Por sugerencia de Javier, buscamos un camping de la policía llamado AMSA. Allí armamos las carpas y luego fuimos al supermercado a comprar algunas cosas para comer. Edison se percata de que una botella de vino, vale casi lo mismo que una de coca cola. Nos compramos una de vino y nos tomamos la mitad en el camping. Al día siguiente, el plan es ir al Glaciar Perito Moreno, regresar al camping y tomar la carretera hasta el Chaltén, unos 220 kilómetros mas al norte.
| Rumbo al Glaciar Perito Moreno |
Después de rodar los 80 kilómetros que separan a El Calafate con el Glaciar, éste se asoma a lo lejos con una imponencia increíble. Es una pared de hielo de aproximadamente setenta metros de altura y cinco kilómetros de ancho. En total son 250 km2 de superficie. Tenemos que dejar las motos en un parqueadero y acercarnos al glaciar en una buseta dispuesta por la organización del parque. No hay palabras para describir la majestuosidad de esta maravilla natural. Puedo quedarme horas admirándola, escuchando crujir el hielo y el impacto sobre el agua cuando se desprenden pequeños pedazos.
| Primeva vista de Glaciar Perito Moreno |
| Se puede hacer un tour en lancha. Algunos aprovechan para tomar Whisky con hielo del glaciar |
| Las palabras sobran |
Justo un mes después, el 10 de marzo de 2016, se produciría la ruptura de un brazo del glaciar
Regresamos al Camping, pero no tengo ganas de continuar hasta el Chaltén. Ya hice 160 kilómetros de ida y regreso. Continuar ese día significaba hacer 380 kilómetros en donde el viento no daba tregua. Me sentía cansado y ya estaba tarde. Decido quedarme una noche mas en el camping. Edison decide continuar. Desarma su carpa, organiza su equipaje y nos despedimos. Todavía quedaba media botella de vino y tenía claro que no la iba a cargar en la moto. Me la terminé de tomar esa noche, acostándome con una deliciosa sensación de embriaguez. Amanece y pronto organizo el equipaje para partir. Me comunico con Edison quien me comenta que está hospedado en el Hostal Arcoiris. Le pido que por favor me reserve una cama. Él piensa hacer un recorrido de varios kilómetros hasta la base del monte Fitz Roy y Cerro Torre, en donde hay unas lagunas y las vistas son increíbles. El combustible está escaso y no tengo nada en el bidón. Se aprecian largas filas en las estaciones de servicio. Tengo el tanque lleno desde el día anterior, lo que en teoría me da 230 kilómetros de autonomía. Pero con la experiencia del tramo entre Punta Arenas y Puerto Natales, en donde el combustible se acabó a los 206 kilómetros por el fuerte viento, sería muy arriesgado afrontar los 213 que en teoría hay entre El Calafate y El Chaltén, y en donde no se consigue nafta. Sin embargo tomo el riesgo. Salgo a la Ruta 40 en sentido norte y viajo durante 94 kilómetros hasta desviarme por la ruta 23 que lleva al Chaltén. A partir de ahí serían unos 80 kilómetros con el viento en contra. El trip del odómetro parcial, marca 206 kilómetros.
-"Lo que haga de aquí en adelante es ganancia". Digo cual soliloquio
El odómetro marca 213 kilómetros. Se supone que ya debí haber llegado, sin embargo solo se ve la inmensidad de la patagonia. Empiezo a preocuparme. Me parece que en cualquier momento la moto se apaga. Intento llevarla lo menos revolucionada posible. El odómetro marca 221 kilómetros y ya alcanzo a divisar el pueblo y por fin una estación de servicio.
-"Lo que haga de aquí en adelante es ganancia". Digo cual soliloquio
El odómetro marca 213 kilómetros. Se supone que ya debí haber llegado, sin embargo solo se ve la inmensidad de la patagonia. Empiezo a preocuparme. Me parece que en cualquier momento la moto se apaga. Intento llevarla lo menos revolucionada posible. El odómetro marca 221 kilómetros y ya alcanzo a divisar el pueblo y por fin una estación de servicio.
Llego al hostal y me acomodo. Edison está haciendo el trekking al Fitz Roy. Empieza a llover y no dan ganas de salir ese día. Por la noche me reúno nuevamente con Edison. Comemos y nos vamos a descansar. Al otro día, mientras Edison prepara la moto, me escapo a unos tres kilómetros en donde hay un sendero y una cascada llamada "Chorrillo del Salto".
| Chorrillo de Salto |
| Sendero cerca del Chaltén |
| El monte Fitz Roy vigila el pequeño pueblo de El Chaltén |
Regreso al hostal justo a la hora de partir. Yo ya tengo combustible en el tanque de la moto y en el bidón, pero Edison tiene que hacer fila para repostar. Se niegan a llenarle el bidón porque la nafta empieza a escasear, ya que por esos días han habido bloqueos de camioneros que han impedido que el combustible llegue a tiempo. Pero la moto de Edison tiene buena autonomía, así que no hay problema. Nuestro destino: Gobernador Gregores. El Fitz Roy y Cerro Torre han estado esquivos. Las nubes no han dejado verlos en su máximo esplendor. Varios kilómetros después de salir del Chlatén, observo por el retrovisor que el Cerro Torre se ha despejado. Aprovecho para tomar un par de fotos.
| Cerro Torre a través de retrovisor |
| Cerro Torre. La nube tapa el monte Fitz Roy |
| Lago Viedma. Abajo, a la derecha, se alcanza a apreciar el Glaciar del mismo nombre, y al cual solo se puede acceder en lancha |
Tomamos nuevamente la ruta 40 hacia el norte. El ripio está de regreso. Los tramos que no están asfaltados tienen unas capas muy gruesas de grava suelta, lo que hace muy complicada la conducción en moto. Hay que transitar por la huellas que los vehículos van compactando un poco. Pero recorrer muchos kilómetros, apenas por los centímetros que tiene de ancha una llanta, es difícil. Por momentos la moto se quiere salir y al pisar la grava la caída es casi inminente. Sin embargo logramos salir invictos. Por momentos encontrábamos paralelo al ripio, tramos asfaltados que todavía no estaban habilitados. Intentando pasar a uno de ellos, mi moto quedó encallada en la grava, en donde se apoyaba la capa de asfalto. En ese momento el conductor de un vehículo, de los pocos que pasan por ahí, se detuvo a ayudarme, igual que Edison, quien afortunadamente no tuvo problema para pasar. La dicha duro poco y el ripio estaba de vuelta. La moto de Edison es muy pesada y le cuesta un poco este terreno. La mía es mucho mas liviana y me permite llevar un promedio de 45km/h, por momentos puedo llegar a los 60 km/h, pero arriesgando un poco a una caída.
| Ripio en la Ruta 40 |
Los últimos 60 kilómetros son asfaltados y por primera y única vez, el viento está a favor. Se siete un poco extraño. Escucho con claridad el sonido del motor y noto cómo la velocidad es mucho mayor con respecto a las revoluciones. Durante ese mismo tramo, también noto algo inusual en la moto. En algún momento siento un "aceleronazo", yendo a un ritmo normal. Eso me deja un poco preocupado. Llegamos a Gobernador Gregores, entramos a una pizzeria, comemos algo y luego nos dirigimos a camping municipal, que es gratuito. Solo piden alguna contribución voluntaria o elementos para el aseo de los baños. Nos instalamos, armamos las carpas y vamos al supermercado a comprar qué comer y algunos productos de aseo para dejar en el camping. La comunicación es un poco complicada. Entramos a un local en donde alquilan wifi, para comunicamos con la familia. Volvemos al camping a descansar, ya que al día siguiente tendríamos una larga jornada y con imprevistos de por medio.



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